martes, agosto 03, 2004

Resignificando la Diversidad Racial

Durante los siglos 16 al 19, Europa exploró, conquistó y colonizó la mayor parte del mundo, siendo después de la II Guerra Mundial sujeta de una migración masiva desde esas colonias liberadas (Hall 1997, 239). Durante este tiempo, el “Viejo Mundo” elaboró un paradigma de representación (Hamilton, 1997) de los “otros” pueblos como divergentes, exóticos, incluso infrahumanos (Hall 1997, 243-5).

Este paradigma no se produjo fortuitamente, sino que fue parte de todo un paquete ideológico, vendido bajo etiquetas comerciales, políticos, religiosos, e incluso científicos. Según este discurso, los seres humanos somos animales evolucionados – algunos más que otros (Moratorio 1990, 23) – que operamos bajo la ‘ley de la selva’ según la cual cada ser vivo compite con los demás por unos recursos limitados. En el mundo humano, esto se refleja en la ‘pugna de poderes’ supuestamente inherente a la condición social, bajo la cual, al dominar los superiores a los inferiores, se establece un orden natural que favorece a todos (Hall 1997, 257-9).



Esta forma el imaginero occidental, mediante estrategias de intertextualidad (Hall 1997, 232), ha ido forjando un imaginario hegemónico de la “diferencia” que ha servido para justificar de modo ‘racional’ y ‘científica’ los actos de violencia cometidos contra el resto del mundo, pues “el poder da derecho” (Hall 1997, 259-61). Pero a la postre, ha creado un imaginario del ser humano como tal y de la raza humana toda.

El resultado de la promoción y aplicación de esta cosmovisión en el mundo entero – y su aceptación por las élites de los pueblos conquistados – ha sido la división de la raza humana en cientos de ‘razas’, naciones, partidos, sectas, etc., cada uno luchando con los demás por la supremacía. ¡Cuántas guerras se han luchado y vidas se han apagado para mantener vigente a este paradigma mecanicista de la separación de la raza humana!

Ante las evidencias del daño producido por este paradigma, varios grupos se han propuesto diversas contra-estrategias (Hall 1997, 269-70) dirigidas a resignificar al ser humano como un ser noble y a la raza humana como un solo organismo vivo, aunque infinitamente diverso en sus partes constituyentes. Entre estos grupos se encuentra la Comunidad Internacional Bahá'í, uno de cuyos principales propósitos es enseñar en teoría y vivir en práctica la superación de viejos y nuevos prejuicios raciales, étnicos, nacionales, religiosos, etc.


La imagen seleccionada para el actual análisis es sólo una entre muchas que muestran a las diversas razas y etnias del mundo unidas en armonía, pues es común ver a personas de todos los países y territorios reunidas en conferencias, congresos y convenciones bahá'ís. En esta ocasión en particular, el Segundo Congreso Mundial Bahá'í de 1992 en Nueva York (la primera había sido en Londres en 1944), muchos de los 20.000 participantes asistieron con la indumentaria típica de sus pueblos. Algunos fueron escogidos para un colorido “Desfile de los Pueblos” donde cada etnia (incluyendo varias de las europeas, dicho sea de paso) fue nombrada mientras ascendía al escenario un representante, después de lo cual posaron para esta fotografía realizada por el reconocido Francisco Sánchez, de España.

A nivel denotativo o literal, se aprecia un grupo de personas, evidentemente en un ambiente amistoso, vistiendo trajes típicos, mientras que a nivel connotativo o interpretativo, su diversidad no es motivo de separación, sino más bien de celebración. La principal ‘diferencia’ en la foto anexa es el uso por los sujetos de sus vestimentas típicas para subrayar su diversidad étnica. Pero aquí, la “desnudez y las plumas” no representan lo salvaje (Lira 2001, 6), sino que se colocan al lado de los trajes de seda, de cuerpo entero, para enfatizar su valorización igualitaria.

En este “contacto favorecido por la mediación de la cámara” (Carman 1994, 2), dicha intencionalidad es compartida por los sujetos y el fotógrafo, en un mismo esfuerzo representacional (Brisset 1999, 8-13), como si fuese un retrato familiar con un fotógrafo interno, pero esta vez de una sección transversal de la familia humana (Holland, 1991).

El mensaje propuesto en esta clase de imagen es similar al de las fotografías del planeta Tierra, tomadas desde el espacio sideral: “Somos Uno”. Sin embargo, las imágenes multiétnicas no siempre han sido empleadas para transmitir un mensaje tan positivo; a veces han servido para reforzar el paradigma divisivo mencionado en al inicio.

Por tanto, a menudo el imaginero bahá'í, para asegurar la interpretación deseada, “ancla” la imagen (Hall 1997, 228) con textos de las Escrituras Bahá'ís como: “La Tierra es un solo país y la humanidad sus ciudadanos”, “Sois olas de un mismo mar, hojas de un mismo árbol, flores de un solo jardín”, “Tan poderosa es la luz de la unidad que puede iluminar el mundo entero”, etc.

Lejos de proponer una polarización de representaciones ‘binarias’ (Hall 1997, 229), estos mensajes dicen “reconocemos y apreciamos nuestras diferencias tanto como nuestras semejanzas”. Su lema es la “unidad en diversidad”, pues su estética no está sujeta a las normas de ninguna de estas culturas, sino más bien se expresa en la confluencia de todas ellas.

Es esta una estrategia representacional positiva que evita tanto la asimilación como la mera inversión de los estereotipos raciales, pero que tampoco “evade las preguntas difíciles, disolviendo las crudas realidades del racismo en una mezcolanza liberal de ‘diferencia’” (Hall 1997, 270-3). Es parte de un régimen de representación que incluye acciones (y sus respectivas imágenes) que incomodan, rompen los esquemas, enfrentan a las personas con sus propios prejuicios y los obligan a decidir qué hacer con ellos.

Tan temprano como 1920, ‘Abdu’l-Bahá, una de las figuras centrales de la Fe Bahá'í, invitaba a blancos y negros a romper el protocolo social y sentarse a la misma mesa en Washington, D.C. Promovió el casamiento de una blanca con un negro en Londres, inspiración para cientos de matrimonios interraciales posteriores.

En la actualidad, la Comunidad Internacional Bahá'í abarca a 8 millones de personas procedentes de toda ascendencia étnica, social, nacional y religiosa, cual diversidad obliga a sus miembros a enfrentar diariamente sus prejuicios y conciliar sus diferencias para poder trabajar juntos hacia la meta común de un mundo unido en su rica diversidad.


BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:

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Becker Howard S., Three kinds of Photography. En Visual Sociology 10 (1-2) 5-14, Internet.

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Bourdieu Pierre, The Cult and Unity of Cultivated Differences. En Pierre Bourdieu, Photography: A Middle-brow Art. Standford: Standford university Press.

Brisset Demetrio E., Acerca de la fotografía etnográfica. Gazeta de Antropología No. 15, 1999. Internet.

Carman Maria, La Fotografía en el Trabajo Etnográfico. Ciudad Virtual de Antropología y Arqueología, 1994.

Dines Yara Schreiber, Otro Álbum de Familia: Retratos de Migrantes. Revista Chilena de Antropología Visual No.4 , Internet.

Hall Stuart, The Spectacle of the ‘Other’. En Stuart Hall, ed., Representation. Cultural Representations and Signifying Practices. London: Sage 1997.

Hamilton Peter, Introduction. Dominant paradigms in photography. En Stuart Hall ed., Representation. Cultural Representations and Signifying Practices. London: Sage 1997.

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Lira Margarita, La representación del Indio en la Cartografía de América. Revista Chilena de Antropología Visual, No.4, Internet, 2001.

Muratorio Blanca, Ensayo Introductorio: En la Mirada del Otro. En Lucía Chiriboga y Soledad Cruz, Retrato de la Amazonía. Ecuador: 1880-1945. Quito: Ediciones Libri Mundi. 1992.

Muratorio Blanca, Nación, Identidad y Etnicidad: Imágenes de los Indios Ecuatorianos y sus Imagineros a fines del siglo XIX. En Blanca Muratorio ,ed., Imágenes e Imagineros. Representaciones de los Indígenas Ecuatorianos, Siglos XIX y XX. Quito: FLACSO 1994.

Rahier Jean Muteba, Representaciones de gente negra en la Revista Vistazo, 1957-1991. Iconos 7, 1999.


LA FOTOGRAFÍA:

La fotografía fue tomada por el reconocido fotógrafo Francisco Sánchez, de miembros de diversos grupos étnicos del mundo entero, vistiendo los mejores atuendos de sus respectivos pueblos, que se dan cita en el Jacob Javitts Center de Nueva York, durante el II Congreso Mundial Bahá'í de 1992.

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