Como era de esperarse, no tardaron en aparecer diversas especulaciones en torno a una supuesta programación genética de ciertos aspectos del comportamiento humano, en particular el egoísmo, la agresión y el territorialismo. Incluso durante los años 1970 se intentó elevar al determinismo genético al rango de ciencia bajo el nombre de ‘Sociobiología’.
Sin embargo, tales supuestos carecen en absoluto de fundamento científico, y pese a los grandes avances en la genética, no se ha hallado ningún genoma que sirva a tales fines. Los sociobiólogos se limitan a atribuir explicaciones genéticas a comportamientos humanos en base a su preponderancia. Por ejemplo, si en la mayoría de sociedades el hombre sale a buscar el sustento para la familia mientras la mujer cuida el hogar, entonces en esa única base se le atribuye un origen genético. Es un argumento circular que confunde la observación con su explicación, como decir que si el 99% de los latinoamericanos son católicos es porque poseen un gen para el catolicismo.
Además, si aceptáramos tal explicación para una conducta, habría que aplicarlo también a otros miles de comportamientos que se observan en la mayoría de sociedades, incluyendo todas las maneras como nos cuidamos y apoyamos mutuamente. No hay suficiente material genético para programar siquiera algunos de estos rasgos. Apenas alcanza para estructurar nuestro cuerpo y darnos las neuronas necesarias para poder aprender de la experiencia.
“Es científicamente incorrecto decir que la guerra u otro comportamiento agresivo está genéticamente programado en nuestra naturaleza humana”. (Declaración de Sevilla)[i]
Referencia:
[i]. Declaración de Sevilla.
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