martes, noviembre 20, 2012

La Supervivencia del más Fuerte

En la mayoría de las sociedades occidentales prevalece un modelo mental del ser humano como animal racional. Algunos defensores de este modelo recalcan aquellos aspectos que compartimos con los animales. Otros enfatizan la racionalidad como la característica humana distintiva que nos hace cualitativamente diferentes a los animales.

En ambos casos, el análisis se realiza desde una perspectiva netamente material, sin contemplar la existencia de un alma racional o espíritu humano y sin considerar que tenga algún propósito esencial la existencia humana más allá de su supervivencia y reproducción.

A continuación veremos algunas variantes de este enfoque, analizaremos críticamente algunas teorías que se construyeron sobre esa base y conoceremos los desaciertos a los cuales han llevado.




Charles Darwin, en su obra Sobre el Origen de las Especies, planteó a mediados del siglo XIX que aquellos organismos que poseían determinados rasgos, tenían mayores probabilidades de sobrevivir y reproducirse que otros, resultando eventualmente en la ‘selección natural’ de aquellos caracteres hereditarios y su generalización en el resto de la especie. Poco tiempo después, Herbert Spencer propuso que este proceso avanzaba mediante la ‘supervivencia del más apto’ en la lucha por la vida.

Pese a las objeciones de Darwin, estos conceptos fueron aplicados a la sociedad humana bajo el nombre de ‘Darwinismo Social’. Se planteó que los procesos de ‘selección natural’ y ‘supervivencia del más apto’ habrían favorecido a los individuos y grupos más agresivos y violentos, ambiciosos y acaparadores, resultando con el tiempo en el afianzamiento de estos rasgos entre los seres humanos. Se evocan imágenes de cavernícolas combatiendo con mazos y del vencedor convirtiéndose en jefe de la tribu y quedándose con las mujeres para procrear más cavernícolas agresivos para que continúe la lucha, hasta grabarse estos rasgos profundamente en la ‘naturaleza humana’.

Sin embargo, numerosos estudios antropológicos han demostrado lo contrario. Es nuestra capacidad de colaboración la que ha permitido la continuación de la vida humana, ya que sólo por medio de la ayuda mutua ha sido posible superar el hambre y los desafíos de la naturaleza.

“Sin cooperación entre sus miembros, ningún colectivo puede sobrevivir. La sociedad humana ha perdurado debido a la capacidad cooperativa de sus miembros, la cual ha hecho posible tal supervivencia”. (Ashley Montagu)[i]
De hecho, en la mayoría de sociedades estudiadas, los poseedores de las mayores cualidades de conciliación y unión son quienes han ascendido a puestos de autoridad. Los más conflictivos, en cambio, eran proscritos e incluso aislados de la sociedad, a fin de evitar su influencia divisiva y perjudicial. Donde éstos lograban apropiarse del poder, el resultado fue la ruina y el decaimiento del orden social. Por tanto, si acaso la ‘selección natural’ se aplicara a la sociedad humana, cosa que ha sido fuertemente cuestionada, habría favorecido a los que más contribuían a la armonía, tranquilidad y bienestar de la totalidad.

En realidad, el término ‘supervivencia del más apto’ no se refiere al más fuerte y agresivo, como muchos han creído, sino al que mejor se adapta a las exigencias del entorno. Se atribuye a Charles Darwin la frase “No sobrevive el más fuerte ni el más inteligente, sino el que mejor responde al cambio”. Se vuelve cada vez más evidente que el egoísmo, el conflicto y la agresión ya no sirven los intereses de la humanidad – si alguna vez lo hicieron –, sino la colaboración y ayuda mutua.

En consecuencia, ya no hay motivos para creer que el conflicto, la agresión y el egoísmo hayan tenido algún rol en la supervivencia de la especie humana, ni que hayan prevalecido en la evolución de la especie humana. Del mismo modo como la capacidad para colaborar y ayudarse mutuamente ha sido necesaria para llegar hasta aquí, el futuro de la humanidad dependerá igualmente del predominio de estas características, tanto a nivel individual como en lo colectivo.

“Es científicamente incorrecto decir que en el transcurso de la evolución humana haya habido una selección mayor para el comportamiento agresivo que para otros tipos de conducta. En todas las especies…, el estatus dentro del grupo depende de la capacidad para la cooperación y para desempeñar las funciones sociales que conciernen a la estructura de dicho grupo… Cuando [los hiperagresivos] se hacen presentes en un grupo social, o perturban la estructura social del grupo o son expulsados”. (Declaración de Sevilla)[ii]

Referencias:

[i]. Ashley Montagu, en Roger T. Johnson et al., Cooperation in Learning: Ignored but Powerful. Lyceum 5, 1982, p. 1.

[ii]. UNESCO, Declaración de Sevilla sobre la Violencia, redactada y suscrita por 20 premios Nobel con ocasión del Año Internacional de la Paz en Sevilla, España, 16 de mayo de 1986.




Para mayores informes sobre este y otros temas similares por el mismo autor, haga clic aquí.

No hay comentarios.: