El trabajo de Sen ha producido una nueva comprensión de las catástrofes que aquejan a los más pobres de la sociedad. Sen cuestiona la perspectiva común según la cual las hambrunas se deben principalmente a la falta de comida. Analizando varias catástrofes, demuestra que las hambrunas “se han producido aún cuando las existencias alimenticias no eran significativamente menores que en años anteriores”. La hambruna de 1974 en Bangladesh, por ejemplo, se debió a las inundaciones que elevaron los precios de la comida a la vez que disminuyeron las oportunidades de empleo agrícola. Sin dinero ni comida, los campesinos fueron afectados por el hambre en desproporción con el resto de la población.
Jürgen Schuldt, en “Repensando el Desarrollo”, describe los requisitos del desarrollo humano el pensamiento de Sen como una “cadena de conceptos que se condicionan mutuamente”: Dotaciones –> Derechos –> Capacidades –> Realizaciones –> Calidad de Vida. El desarrollo es una “combinación de distintos procesos”, no un objetivo lejano a ser alcanzado quizás algún día: es verbo, no sustantivo. Calidad de vida consiste en estar en ese proceso, no en detenerse por haberlo logrado. Lo importante no es lo que se tiene (capital, oportunidades, capacidades) sino lo que se hace con ello: “sólo los estados logrados son valuables en sí mismos, no las oportunidades”.
En el artículo “Teorías del Desarrollo a Principios del Siglo XXI”, Amartya Sen llama a evitar “generalizaciones sesgadas y demasiado simplistas” del desarrollo, basadas en información selectiva y la fuerza de su enunciado, sin examen crítico. Por ejemplo, critica la confrontación entre las dos posiciones extremas de exagerar ya sea las virtudes de la economía pura de mercado o los logros de la intervención estatal, proponiendo “la formulación de políticas pragmáticas”, sin “hiperactividad e intervencionismo” estatal ni un gobierno “inactivo u ocioso”. Con estos antecedentes, cuestiona los siguientes supuestos del desarrollo:
1) BLAST vs. GALA: A la concepción del desarrollo como “proceso inherentemente cruel”, que requiere de “sangre, sudor y lágrimas” (tipo BLAST), la contrapone el desarrollo como “proceso esencialmente amigable” de cooperación y ganancias mutuas, “saliendo adelante con una ayudita de los amigos” (tipo GALA).
Esto contradice una concepción común entre politólogos de vieja vanguardia, según la cual la sociedad funciona en base a la pugna o el “agonismo” de intereses contrarios, pues el hombre es apenas un animal agresivo, conflictivo, acaparador y egocéntrico, incapaz de construir una sociedad a la vez progresista y pacífica, diversa y cohesiva, donde prime la cooperación mutua. Bien dice Jürgen Schuldt que la implantación generalizada del desarrollo humano requeriría de un “esfuerzo antropológico-filosófico sobre la naturaleza humana”.
2) Sacrificar para Acumular: Según la lógica del “modelo de crecimiento”, la base del desarrollo es la acumulación de capitales, lo cual implica un “sacrificio necesario” del consumo de hoy, con bajos los niveles de vida, a favor de una “explosión de acumulación” para el desarrollo del mañana. Sen arguye que este enfoque “no constituye un error en sí mismo”, sino que equipara la acumulación con la formación de capital físico, “obviando la importancia de los recursos humanos”. Define el bienestar (educación, salud, etc.) en base al consumo y el crecimiento en base a la inversión; cuando muchos aspectos del consumo social no guardan relación directa con las inversiones productivas (educación, salud y empleo para las mujeres, por ejemplo).
Este problema demuestra por qué es imposible eliminar los extremos de pobreza sin eliminar los extremos de riqueza, cosa que no menciona Sen. Mientras el poder político sirva intereses económicos y las decisiones que afectan a las masas dependan de unos pocos en cuyas manos está el capital físico, no se tomarán las decisiones apropiadas a largo plazo. Su aspiración de ganancia a corto plazo se contrapone a la acumulación de “capital humano”, que requiere de planificación a largo plazo.
3) Agresividad vs. “Corazones Blandos”: En el pasado, la acumulación de capitales se ha logrado en base a una actitud dura y agresiva, contraria a los “corazones blandos” que proponían tempranas medidas distributivas o equitativas. Se creía que los beneficios para todos sólo podrían llegar a los niveles inferiores después de la acumulación, mediante su “escurrimiento hacia abajo”. Sen propone una combinación de políticas sociales y económicas como solución, citando el caso de Corea del Sur y Taiwán.
Lo que no considera Sen es que no se puede dejar a los “corazones blandos” a la merced de los “corazones duros”. Es necesario democratizar el gobierno de la economía y las políticas de desarrollo, no sólo nacional, sino también a nivel local e internacional – mediante la constitución de gobiernos federados locales y de un gobierno federal mundial. Sólo así se podrá crear un marco jurídico seguro dentro del cual pueden aplicarse las políticas propuestas, sin caer presos de intereses económicos anárquicos, tanto a nivel micro como macro.
4) Autoritarismo y Desarrollo: Se dice que “los derechos civiles y políticos obstaculizan el crecimiento económico” (“hipótesis de Lee”). Sen arguye que en unos casos ha sido así y en otros no, recuerda que no hay que confundir antecedentes con causas, e insiste que habría que defender la “relevancia intrínseca de los derechos humanos” aún si no fomentan el crecimiento económico. Subraya el “efecto incentivador” de los derechos y que ningún país democrático ha tenido una hambruna importante, que más bien se dan cuando los gobernantes saben que su liderazgo no corre peligro. La ventaja de la democracia es que “extiende los efectos del hambre a los grupos del poder”.
El verdadero problema, que no percata Sen, es que la mayoría de democracias son incipientes e inmaduras, convencidas de que la vía al progreso es la pugna de poderes entre sectores económicos y partidos políticos. Cuando el gobierno propone y la oposición dispone, el carro no anda. La solución no es menos democracia, sino entender bien la democracia como un gobierno cooperativo, no conflictivo; y los derechos como una responsabilidad de promoverlos en otros, no sólo una posibilidad de exigirlos para uno mismo.
5) Más allá del capital humano: No es suficiente ensalzar la importancia del rol del “capital humano” como “instrumento” del crecimiento económico. Es necesario distinguir entre fines y medios: así como el ser humano puede ser un medio para el fin del desarrollo económico, la economía debe constituir un medio para el fin del desarrollo humano. Esta diferencia debe plasmarse en políticas estatales.
En conclusión, el análisis de Sen en cuanto a los problemas es magistral, como en la mayoría de los grandes pensadores. Pero sus soluciones propuestas, ¿hasta qué punto han sido o serán tomadas en serio por los econócratas, tecnócratas y, especialmente, politócratas que dominan las políticas de desarrollo?
Los politólogos de vieja vanguardia describen la democracia en términos similares a la concepción del desarrollo como un “proceso inherentemente cruel”, que requiere de “sangre, sudor y lágrimas” (tipo BLAST). Según esta perspectiva, la sociedad funciona en base a la pugna o el “agonismo” de intereses contrarios y sería imposible construir una sociedad a la vez progresista y pacífica, diversa y cohesiva, donde prime la cooperación mutua. Pues según esta concepción, el ser humano, siendo lobo del hombre, es apenas un animal agresivo, conflictivo, acaparador y egocéntrico que haría lo posible por avanzar él solo, sin dejar al otro progresar también.
¿Cómo conciliar esta concepción del hombre y su sociedad con las aspiraciones de un desarrollo socioeconómico concebido como un “proceso esencialmente amigable” de cooperación y ganancias mutuas, “saliendo adelante con una ayudita de los amigos” (tipo GALA), al estilo de Amartya Sen? ¿Son conciliables, o requeriría el desarrollo humano de una profunda revisión de nuestros supuestos básicos acerca de la naturaleza del ser humano, como sugiere Jürgen Schuldt, y de su sociedad?
Amartya Sen nace en 1933, en Bengala, India, en un campus universitario. En 1959 se doctora en la Universidad de Cambridge, Inglaterra, y luego es profesor en la India, el Reino Unido y los Estados Unidos. Recibe el Premio Nóbel de Ciencias Económicas en 1998, a los 64 años, por sus aportes a las investigaciones sobre la economía del bienestar (welfare economics). Actualmente dicta clase en Trinity College, Universidad de Cambridge, Inglaterra. Algunas de sus principales obras incluyen: “Sobre la Inequidad Económica”; “Pobreza y Hambrunas: un Estudio sobre los Derechos y la Privación” (1981); y “Sobre la Ética y Economía”.
1 comentario:
Gracias por tu aporte comprensivo sobre este artículo, me ayudó a desmenuzar mejor algunos textos de Sen que me dieron en la universidad. Y es un enfoque más que interesante, con el agregado de tus críticas al autor.
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