martes, agosto 17, 2004

Representación, Clase y Género



“Cosa de Hombres”

Es característica de la imagen, especialmente la fotografía, crear una ilusión de realidad objetiva. A través de los regímenes de representación, este hecho es aprovechado por diversos grupos para dar forma, en la mente de las masas, a realidades que sirvan a los intereses de aquellos. Quién es superior y quién inferior, quién fue creado para servir o dominar a quién, quién tiene derecho a qué, cuáles son las posibilidades de cada estrato social para surgir y lograr sus sueños… Todo ello es codificado en las imágenes aparentemente inocentes e inofensivas que, sin embargo, programan nuestra percepción del mundo que nos rodea.



En el caso de clase y género, la representación ha sido excepcionalmente poderosa en lograr el sometimiento de las voluntades a sus sugestiones. El imaginario de clase habla de la relativa valía de cada capa de la sociedad; el de género asegura que la mujer sepa “su sitio” respecto al hombre. Estos paradigmas representacionales no sólo nos dicen cómo están (léase “son”) las cosas, sino, lo que es más importante, como deben estar (ser), pero de una manera tan sutil y atrayente que acabamos deseando que sean así. Es aquí donde reside su poder hegemónico para configurar el mundo de las relaciones sociales.

No obstante lo dicho, siempre habrá quien desafíe esta hegemonía y cuestione la solidez de sus estructuras. Y qué mejor manera que utilizando las mismas armas que las oligarquías para cooptar su pretensión antidemocrática de imagineros del pueblo. Es aquí donde se inserta “Mujeres del Mundo – Retratos del Alma”, libro cuyas imágenes van contra las actuales corrientes representacionales de la mujer (González 2003). No es un mero libro de turismo que ofrece un viaje visual a un mundo lejano; más bien es un llamado a poner en perspectiva nuestro propio mundo: los paisajes interiores del alma.

A diferencia de los anuncios comerciales, hechos para ser captados por breves momentos al pasar (Berger 1975, 143-4), su formato como libro promueve que estos iconos de humanidad femenina permanezcan en una mesa de café y sean revisitadas una y otra vez hasta volverse familiares. Mientras que aquellas procuran hacernos envidiar la felicidad del otro, robando nuestro amor propio con la promesa de devolvérnoslo tras una compra (Berger 1975, 146-8), estas “mujeres del mundo” poseen una felicidad que no incita a la codicia, sino a cuestionarnos: ¿Sería yo igual de feliz si se me quitara todo lo que ellas no tienen y se me diera todo aquello que poseen?

La primera página consiste de una fotografía a color de unos indígenas quechuas de Puca Puca, Tarabuco, zona agrícola en el corazón de los Andes bolivianos.[1] Una mujer, sentada en el suelo frente a un horno de leña en la sombra de un patio de adobe, atiende a su hijo infante. Cerca de ella reposan dos objetos “modernos” (de tecnología occidental): una olla de aluminio que facilita la alimentación del cuerpo y un radio con el cual alimentar su mente y espíritu. Al otro lado les observa de pie el esposo/padre, con una mano en la cadera y otra apoyada en un poste. Descansa el peso de su cuerpo sobre una alpargata tradicional, mientras adelanta el otro pie calzando un zapato deportivo.

No es esta la mirada distante y académica del antropólogo gráfico; el fotógrafo parece formar parte del pequeño grupo reunido en la intimidad de su hogar y ha aprovechado el paréntesis para tomar una foto. Pues en la “intersección de miradas” (Lutz 1993, 187), mientras el ojo de la cámara se centra en la mujer (en el original no recortado), padre y madre observan al niño, quien mira y señala al lector, como invitándolo a jugar. “La foto fue espontánea”. –dice el autor– “En un momento de receso… me encontré con esta escena. Eran conscientes de que tomaba la fotografía y a pesar de ello actuaron como si yo no estuviera allí. Nada se manipuló para tomar la fotografía” (González, 2004).[2]

¿Cuáles son las connotaciones de la foto? Llama la atención su contraste con las convenciones representacionales en varias categorías. En cuanto a lo étnico, las vestimentas típicas llaman la atención por lo exótico, pero el propósito no es crear un aura de tradicionalismo, evidenciado por no haber eliminado de la foto la presencia de la olla, el radio, el “tenis” y una chompa tejida en el fondo. Aquí no hay ni la desnudez del imaginario del indígena como salvaje / víctima (Cano, 11), ni los torpes uniformes de la hegemonía sedentaria occidental (Berger 1980, 33-4), sino una indumentaria propia que su pueblo usa en ocasiones especiales.

Tampoco la foto es una celebración de reyes realizando actos de gran envergadura histórica, sino que su publicación da una inusitada importancia a las actividades cotidianas realizadas por gente común. Por otro lado, dista mucho de ser un clásico retrato familiar con el hombre como figura central y la mujer de apoyo; más bien esta relación es invertida – con el hombre pendiente de las necesidades de la madre y su hijo – pese a que la posición relativamente más alta del hombre podría tomarse por sugerir superioridad social a lo Goffman (1976, 40-3). Se entretejen principios de oposición como la trama y el urdimbre de la vida (Masotta 2001, 1– 2): saber hallar lo extraordinario en lo ordinario, la riqueza en la pobreza, la grandeza de la humildad, la fuerza en la debilidad.[3]

¿Qué hay de su entorno? El texto que acompaña esta imagen comienza por el título del prólogo “Es cosa de hombres”, seguido por una cita de ‘Abdu’l-Bahá: “En tanto se impida a las mujeres alcanzar las máximas posibilidades, no podrán los hombres conseguir la grandeza que podría ser suya”. Es hombre el fotógrafo español Francisco González,[4] autor de las imágenes.

Hombre también es el escritor boliviano, Jorge Nazra,[5] autor de la prosa de la primera sección, quien describe esta obra como “la oportunidad de hacer un poco de justicia con [las] mujeres… que tal vez no tienen a nadie que resalte y les recuerde la grandeza que poseen… pues… mi único propósito es que el lector aprenda a ver a estas mujeres como a seres respetables, admirables y valiosas…”. Y hombres finalmente fueron Bahá’u’lláh, ‘Abdu’l-Bahá y Shoghi Effendi, autores de los escritos bahá'ís que acompañan el resto de las imágenes, como: “El mundo de la humanidad posee dos alas: una es la mujer y la otra el hombre. Hasta que ambas alas no estén igualmente desarrolladas el ave no podrá volar”.

El mensaje es claro: la obra es realizada por hombres, no para explotar a la mujer, como de costumbre, sino en respuesta a su sentido de deber de apoyar el avance de la misma. La prologuista periodista Tareixa Enríquez (única mujer en esta empresa, quien escogió la fotografía en cuestión para colocarse en ese lugar) confirma que el libro “es como ver cumplido mi sueño… [H]asta que los hombres no hagan suya la lucha por la igualdad entre géneros, las cosas no cambiarán…”.


BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Berger John, Ensayo 7 (Sobre publicidad). En Berger John, Modos de Ver. Barcelona: Editorial Gustavo Gill, 1975.

Berger John, The Suit and the Photograph. En Berger John, About Looking. New York: Pantheon Books, 1980.

Cano Ingreet Juliet, Imagen del cuerpo desnudo. Acercamiento a algunos dibujos y grabados del siglo XVI. Revista Chilena de Antropología Visual No. 3.

Carreño Gastón, Fotografías de cuerpos indígenas y la mirada erótica: Reflexiones preliminares sobre algunos casos del confín austral. Revista Chilena de Antropología Visual No. 2.

Cifuentes María Angela, El Placer de la Representación. La imagen femenina ante la moda y el retrato (Quito, 1880-1920). Quito: Ediciones Abya-Yala, 1999.

Goffman Irving, Gender Advertisements. Studies in the Anthropology of Visual Communication, 3: 69.164, 1976.

Goetschel Ana María, Imágenes de Mujeres: amas de casa, musas y ocupaciones modernas. Quito, primera mitad del siglo XX. Serie Documentos Museo de la Ciudad. Quito: 2002.

González Francisco, Mujeres del Mundo – Retratos del Alma. Córdoba: Arca Editorial, 2003 (sin paginación).

González Francisco, correspondencia personal con el presente autor en respuesta a algunas preguntas, 15 de agosto de 2004 (sin paginación).

Lutz Catherine A. et al., The Photograph as an Intersection of Gazes. En Lutz Catherine A. et al., Reading National Geographic. Chicago: The University of Chicago Press, 1993.

Masotta Carlos, Cuerpos dóciles y miradas encontradas: Miniaturización de los cuerpos e indicios de la resistencia en las postales de indios argentinas 1900-1940. Revista Chilena de Antropología Visual, No. 3, 2001.

Muratorio Blanca, Etnografía e Historia Visual de una Etnicidad Emergente: El Caso de las Pinturas de Tigua. En Carrión Fernando, ed., Desarrollo cultural y gestión en centros históricos. Quito: FLACSO, 2000.

Pérez Francisca et al., El cuerpo como soporte simbólico: El caso de Solange Star. Revista Chilena de Antropología Visual No. 1.

Poole Deborah, Visión, Raza y Modernidad. Un Economía Visual del Mundo Andino de Imágenes. Lima: Sur, 2000. Cap. IV. Mirando con un Solo Ojo.


NOTAS ADICIONALES

1. Acerca del entorno, el autor explica: “La foto está tomada en un centro de educación… en medio de las montañas... Nosotros pasamos el día con ellos y todos los amigos que allí se encontraban.… [D]espués de la foto estuvieron (ella junto a otras mujeres) preparando el almuerzo, especialmente preparado con motivo de nuestra visita” (González, 2004).

2. El fotógrafo describe la situación: “Llegué a Bolivia y a ese lugar en concreto porque había iniciado un proyecto fotográfico dedicado a los pueblos indígenas de América… Decidimos viajar a los países que, además de tener poblaciones indígenas, contaran con proyectos de desarrollo bahá’ís… Nuestra relación con estas personas duró un día en el que compartimos con ellos su vida diaria. Ellos nos abrieron sus corazones y sus casas. Nos contaron quiénes eran y dejaron que los fotografiáramos, conocedores de para qué servirían nuestras fotografías: enseñar a un mayor número de personas de todo el mundo la importancia de las culturas y de los pobladores nativos del continente americano y su papel en la consecución de un mundo unido, respetando la diversidad. En definitiva, mostrar el principio bahá’í de unidad en diversidad”. (González, 2004)

3. En palabras del autor: “Para mi la foto representa la unidad de la familia y de los valores espirituales que sustentan, o deberían sustentar, a la sociedad. En ella podemos apreciar como una cultura centenaria los mantiene en plena era de las grandes tecnologías y de un mundo moderno: cómo estas personas, que no reciben los beneficios de esta era de avances materiales, han alcanzado una felicidad completa que está asegurada gracias a estos cimientos en los que se apoyan, y que sin embargo en nuestra sociedad desarrollada están desapareciendo día a día sin lograr que los grandes avances materiales de la humanidad les hagan alcanzar la felicidad y la paz de espíritu… Según he podido conocer… ha habido un avance espectacular en la comunidad y en todo el área, un avance espiritual que ha quedado reflejado a nivel material…” (González, 2004)

4. Francisco (Paco) González es ganador del Premio Meridiana del Instituto Andaluz de la mujer en 2002, el Premio Andalucía de Periodismo en 1995, el Premio Periodístico Ciudad de Córdoba en 1993, y el Premio Adalid de Periodismo en 1985. Nominado para el Premio Internacional de Fotografía Romeo Martínez en 1998.

5. Jorge Nazra es ganador del premio de Teatro Ciudad de Santa Cruz en el año 2002, a la mejor dramaturgia, por “La Venganza del Chupacote”; del premio del Festival de Teatro Ciudad de Santa Cruz Obra Teatral en 2001-2002, por la mejor actuación femenina y masculina así como mejor vestuario y escenografía, por su obra “Lucha Libre”; y del Premio de Ensayo Juvenil Ciudad de Santa Cruz en el año 2000, por “Retos de la Juventud Boliviana en el Nuevo Milenio”.

1 comentario:

Maddi Bediaga dijo...

Estos artículos sobre género son excelentes. Muchísimas gracias.