martes, noviembre 20, 2012

Referentes de una Cultura de Paz

Al llegar a este punto en el análisis, con frecuencia surge la siguiente inquietud: Si semejante sociedad de cooperación y paz es posible, debe existir en algún lugar. ¿En dónde se ha visto una cultura con tales características?


Para responder a esta pregunta es necesario identificar “referentes”, casos tangibles que puedan ser sometidos al estudio empírico. Para que sirva de referente, una sociedad no necesita ser perfecta, sin elementos conflictivos y egoístas. Únicamente debe mostrar un modelo diferente de vida, ofrecer aprendizajes capaces de ser replicados y servir de inspiración y esperanza para el futuro. En este sentido, algunos referentes de una cultura alternativa son:

Sociedades preindustriales: Los antropólogos describen numerosos culturas históricas que han evidenciado elementos mutualistas importantes. Éstas incluyen los Inuit del ártico canadiense, los Mbuti de los bosques pluviosos de Zaire en África central, los Zuni en los desiertos del sudoeste de Estados Unidos, los Arapesh de las montañas de Nueva Guinea, y los Lepcha en las aldeas montañeses de Nepal, por nombrar unos pocos. Las actitudes pacíficas de estas comunidades no se deben a una esencia o genética diferente al resto de la humanidad, sino a su decisión consciente y esfuerzo diario por cultivar una cultura de paz.

Naciones industrializadas: También entre éstas se encuentran referentes que pueden arrojar aprendizajes valiosos respecto al proceso de organización y desarrollo de una sociedad diferente. Por ejemplo, Noruega es una nación cuya cultura de paz ha atraído mucha atención en los últimos tiempos. Varias naciones modernas de Asia poseen culturas milenarias, largamente reconocidas y estudiadas por su excepcional armonía y sinergia. Son el resultado de decisiones conjuntas de lograr una sociedad pacífica, plasmarla en prácticas y formas tangibles, y transmitir esta convicción y sus expresiones desde la temprana niñez.

Comunidades intencionales: Estos suelen constituir intentos deliberados por crear una sociedad distinta. Son prueba de su posibilidad y fuente de aprendizajes para la construcción de una cultura la paz. Por ejemplo, comunas pacíficas como el Brüderhof se retiran del resto de la sociedad, practican la austeridad voluntaria y la ausencia de propiedad privada, y dedican sus excedentes a obras de beneficencia. La comunidad mundial bahá'í, más bien integrada en la sociedad, se destaca por su unidad de propósito, pensamiento y acción en servicio a la humanidad. En ambos casos, su cultura de paz no es heredada, sino producto de decisiones concientes y esfuerzos diarios por edificar una sociedad más humana y pacífica.

Instituciones alternativas: Éstas buscan cambiar ciertos elementos socioculturales en respuesta a la inoperancia de la instituciones oficiales, con las cuales coexisten mientras procuran suplirlas. Debido a esto, suelen ser promovidas, no por los estados, sino por la sociedad civil y las ONGs, a menudo en forma de “laboratorios” sociopolíticos, económicos y culturales. Pueden formar parte de movimientos sociales más grandes que buscan corregir algunos de los trastornos causados por la cultura de egoísmo y violencia.

Subculturas paralelas: Constituyen otro referente importante pero invisibilizado que existe en forma paralela, subyacente y a veces en contracorriente a la cultura dominante. Un clásico ejemplo de esto es la denominada “esfera privada”, ocupada tradicionalmente por la mujer, caracterizada por la cooperación, conciliación, preservación, ternura y compasión, la cual coexiste con la “esfera pública”, dominada habitualmente por el hombre, con sus pautas de competencia, conflicto, conquista, agresividad e insensibilidad. La esfera pública suele ser la cultura más visible y vociferante, pero la esfera privada es la que nos ha permitido sobrevivir a los estragos destructivos de la primera.

Héroes individuales: Los héroes son personas que trascienden los límites impuestos por la costumbre e inercia, y demuestran lo que somos capaces de ser. Pueden ser líderes morales cuya fama los ha hecho iconos de la virtud y superación humanas, tales como la Madre Teresa, Gandhi, Martín Luther King y Nelson Mandela. Ellos nos demuestran las alturas a las cuales pueden llegar los seres humanos. Sin embargo, a menudo no nos identificamos con ellos lo suficiente como para seguir su ejemplo, por considerarlos en una categoría aparte, casi sobrehumanos.

Héroes anónimos cotidianos: Quizás de mayor importancia es el fenómeno masivo aunque prácticamente invisible de los héroes anónimos cotidianos. Son personas que nos rodean a diario y que a veces damos por descontados, pero que ofrecen modelos palpables e ineludibles de amor y bondad: padre, madre, maestro, mentor, hermano, amigo. Pocos reconocen sus incesantes labores desinteresadas, grandes y pequeñas, pero constituyen las inmensas mayorías que mantienen viable a un mundo desgarrado por el conflicto y la avaricia de unas minorías.

Estos pocos ejemplos comprueban que nos rodean múltiples culturas de cooperación y paz, si bien solapadas por la cultura dominante de egoísmo y violencia. De hecho, es gracias a estos elementos de mutualismo que la sociedad ha podido mantener algún vestigio de cohesión y energía vital. Constituyen en la actualidad una rica reserva de estrategias y recursos no combativos para el cambio sociocultural. Finalmente, son pruebas fehacientes de la posibilidad de un mundo diferente, pues como dijera el Dr. Kenneth Boulding, renombrado científico social y activista por la paz, “Todo lo que existe, es posible”.




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